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Vida de Santa Teresa de Los Andes - 1910-1919


 En 1914, Juanita lee por la primera vez Historia de un alma de Teresa de Lisieux (todavía no beatificada en la época). Tiene una salud débil y está regularmente enferma. En 1914, tiene una apendicitis que exige une operación, cosa muy delicada y peligrosa en la época. Fue en este tiempo que Juanita oyó el llamamiento de Cristo que la invitaba a darse totalmente a el y a hacerse carmelita. Durante el año 1915, Juanita entra en el internado del colegio del Sagrado Corazón con su hermana Rebeca. Sufre por deber dejar a su familia a la que ama mucho. Sin embargo, entiende que el Señor la prepara así a la grande separación cuando entrará en el Carmelo. Apreciará el ambiente del colegio que le permite vivir una vida cristiana fervorosa.

Inicia su Diario. Nutre y desarrolla su vida espiritual por la oración, la misa cotidiana y el sacrificio. No es una alumna excepcional, pero se dedica seriamente a sus estudios, incluso en la materias que no le gustan (como la física y la química) por amor a Jesús y a sus padres. Le gusta ayudar a las alunas pobres y menos dotadas. Muy temprano, Juanita manifestó un amor muy grande para con los pobres. Fue en este año 1915 que encontró en la calle un niño vestido de harapos, que tenía hambre y tiritaba de frío. Lo acogió en la casa de su familia, le dio para comer y le preguntó donde vivía. El niño vivía en un tugurio en los suburbios de Santiago. Juanita visitó la familia y hasta su entrada en el Carmelo cuidó personalmente del niño que llamó Juanito: le hacía comer en su casa, pidió para él vestidos a sus hermanos e hizo una rifa con su reloj para lograr dinero y así comprarle zapatos. Cuidó de su educación humana y cristiana. El 8 de diciembre de 1915, Juanita hizo voto privado de castidad con el permiso de su confesor, tomando la resolución de no tener otro esposo que Jesucristo. Renovará este voto varias veces.

Juanita pasa las vacaciones en Chacubuco donde tiene un verdadero apostolado para las familias de los inquilinos: reúne a la gente para las misiones, hace el catequismo para los niños, crea un coro, consagra las casas de los inquilinos al Sagrado Corazón. Tiene un don para transmitir las verdades de la fe. En 1917, después de una mala gestión de los negocios por el padre, la hacienda de Chacabuco es vendida y la familia de Juanita debe adoptar una vida más sencilla. Juanita, que ve en este acontecimiento una invitación de la Providencia a desprenderse de los bienes del mundo, consuela a los suyos que se lamentan de la perdida de la hacienda. En junio de 1917, Juanita recibe la medalla de Hija de María. Conservó por toda su vida un vínculo fuerte con María a la que entregaba todo. Lee los escritos espirituales de sor Isabel de la Trinidad (una carmelita francesa fallecida en 1906 y que será beatificada en 1984) con la que descubre una afinidad espiritual. Se esfuerza para vivir constantemente en la presencia de Dios. Dice a su hermano Lucho: “¿Qué quieres, Lucho? Cristo, este loco de amor, me ha vuelto loca.” En septiembre de 1917, toma contacto por la primera vez con la priora del Carmelo de Los Andes porque tiene la convicción interior de que Dios la llama a este monasterio.

En agosto de 1918, Juanita deja el colegio para volver a la casa de sus padres y sustituir a su hermana Lucita que viene de casarse. Se dedica cada día y acepta todo sacrificio para la felicidad de los suyos. “No creía que la vida del hogar fuera una vida de sacrificio… me ha servido de preparación para mi vida religiosa”. Su hermano Lucho dijo que Juanita era “la joya de la casa”. Juanita escribe en su Diario: “Me esmeraré en labrar la felicidad de los demás… Mi resolución es sacrificarme por todos.”

Al mismo tiempo que tiene una vida espiritual intensa, Juanita vive como una joven de su tiempo: le gusta estar con su familia y encontrar a sus amigas; le gusta el deporte, particularmente la equitación y la natación, y el tenis que descubre con pasión. Goza de la belleza del mar y de las montañas. Lo humano y lo sobrenatural forman en ella una síntesis harmoniosa y unificada. Tiene una contemplación muy profunda del misterio de Dios en la oración y, al mismo tiempo, es natural y comunicativa con los demás. Aunque sufre por razón de su salud débil y de las purificaciones de la gracia de Dios en su corazón, está alegre y le gustan las bromas.

En enero de 1919, visita por la primera vez el Carmelo de Los Andes. Recibe allí la confirmación de que Dios la llama a este lugar.

En 25 de marzo de 1919, escribe una carta magnífica a su padre para pedirle permiso para entrar en el Carmelo. Le dice que desde su niñez buscó la felicidad, pero comprendió que solo Dios podía hacerla plena y definitivamente feliz. Desea pertenecer totalmente a Dios en una vida consagrada a la oración y a la penitencia. Conmovido, su padre llora y le da su permiso. A partir de este momento, Juanita experimenta en su corazón la mayor alegría y el mayor sufrimiento: alegría de poder consagrase totalmente a Cristo, que la atrae con tanta fuerza, y sufrimiento de dejar a los suyos tan amados que van a sufrir mucho por causa de la separación.

Entra en el Carmelo de Los Andes el 7 de mayo de 1919 y recibe el nombre de sor Teresa de Jesús.

 

 

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